Fuertes cruces y un muro entre los dos países: por qué las relaciones entre la Argentina y Bolivia atraviesan su peor momento

Milei calificó de “autogolpe” el levantamiento militar contra el gobierno de Luis Arce en julio pasado, lo que profundizó la tensión bilateral.

En la estación de servicio “Dragón de Oro”, en el cruce de las avenidas Cívica y del Policía en El Alto, La Paz, la fila para cargar combustible se extiende por 1,5 kilómetros y algunos camioneros llevaban este jueves más de un día de espera. “Venden diésel durante un rato y luego hay que esperar a que les vuelvan a reponer”, contó a LA NACION el camionero Isidro Choque, de 62 años, que desde hace más de dos décadas se dedica al transporte de viguetas para construcción.

En el boulevard de la avenida Cívica se formó un corrillo de los camioneros que estaban a la espera del diésel y cada uno tenía su teoría de los motivos de la falta de combustible. “Es porque los gauchos [el mote con que los bolivianos identifican a los argentinos] se llevan nuestro diésel por el cruce de Villazón, por eso escasea. Con mis propios ojos vi camiones llenos de barriles de combustible que cruzan sin que nadie los frene. La nafta no puede costar 25 centavos de dólar, se tiene que ir a un dólar como en la Argentina, pero que vuelva a normalizarse la provisión”, aseguró Choque.

Otro camionero, Juan Carlos Mamani, de 43 años, que transporta verduras, agregó: “También se va mucho a Perú por el cruce de Kasani”.

La conclusión final vino de Raúl Bazán, de 84 años. “El otro día, en el discurso del Bicentenario, el presidente Arce dijo que todo anda bien. Pero él no hizo las cosas bien. Por eso estamos como estamos”.

A pocas cuadras de esa estación de servicio tiene lugar un evento en el que también toman protagonismo los argentinos. Esta vez por los tours de compras.

Este jueves en la Feria 16 de Julio de El Alto se podía oír mucho acento argentino, especialmente del norte del país, de personas que cruzan la frontera para aprovechar la diferencia cambiaria.

Según los reportes oficiales, esa feria que se extiende por 200 hectáreas mueve cada semana unos 160 millones de pesos bolivianos (el equivalente a diez millones de dólares). Es considerada la feria más grande de Bolivia y una de las más grandes de Sudamérica, con más de 25.000 comerciantes.

Andrea Delgado, una salteña de 58 años, que aprovechó una vacación para su tour de compras contó a LA NACION: “Al puerto de Iquique, en Chile, llegan cargamentos textiles de muy buena calidad de todo el mundo. Y luego se venden aquí por ejemplo camperas de primeras marcas por 10 o 20 dólares”.

En la Feria 16 de Julio se da también una costumbre muy extendida en Bolivia: “los agachaditos”. Se trata de una tradicional comida que se realiza en las veredas de las calles. Una mujer, generalmente una chola con polleras y sombrero bombín ofrece caldos o guisos con carne a un precio muy económico que no supera los 20 bolivianos (1,5 dólares).

A manera de una matrona con sus hijos, la chola está parada junto a su enorme olla y a su alrededor se sientan en bancos individuales los comensales que se van sumando, no más de cinco o seis, y ella mete el cucharón en la olla y les reparte el tazón con la comida.

En esos “agachaditos” se producen conversaciones espontáneas entre los comensales. En las de este jueves en El Alto, predominaba el acento argentino, con el de alguno que otro local. “Se está yendo mucho de contrabando a la Argentina”, reflexionó un boliviano. A lo que un argentino respondió con diplomacia: “Es medio inevitable cuando hay tanta diferencia cambiaria. A veces es en una dirección y otras en otra”.