Una erupción volcánica alrededor del año 1345 pudo haber desencadenado una reacción en cadena que provocó la pandemia más mortífera de Europa, la peste negra, según científicos.
Los indicios conservados en los anillos de los árboles sugieren que la erupción provocó un cambio climático drástico y dio lugar a una serie de acontecimientos que llevaron la enfermedad a la Europa medieval.
Según esta hipótesis, las cenizas y los gases de la erupción volcánica causaron descensos extremos de temperatura y provocaron malas cosechas.
Para evitar la hambruna, las populosas ciudades-estado italianas se vieron obligadas a importar granos de las zonas que rodean el mar Negro, lo que trajo consigo pulgas portadoras de la peste que también transmitieron la enfermedad a Europa.

Esta “tormenta perfecta” de impacto climático, hambruna y comercio nos recuerda cómo pueden surgir y propagarse las enfermedades en un mundo globalizado y con temperaturas más elevadas, de acuerdo con expertos.
“Aunque la coincidencia de factores que contribuyeron a la peste negra parece poco común, la probabilidad de que surjan enfermedades zoonóticas debido al cambio climático y se conviertan en pandemias probablemente aumentará en un mundo globalizado”, afirmó Ulf Büntgen, de la Universidad de Cambridge en Inglaterra.
“Esto es especialmente relevante dadas nuestras recientes experiencias con el covid-19”, añadió.

La peste negra asoló Europa entre 1348 y 1349, y mató a la mitad de la población.
