Que empresas tecnológicas estadounidenses como Apple fabricaran sus productos en China parecía hasta hace poco una jugada empresarial maestra.
La ecuación era sencilla: producir en China es más barato y, por ende, mayor es el margen de ganancia.
Pero, quizás sin darse cuenta, las empresas estadounidenses alimentaron por años a sus rivales del futuro.
Produciendo teléfonos móviles, vehículos eléctricos y un largo etcétera para compañías extranjeras, China fue desarrollando unas capacidades industriales, tecnológicas y humanas con las que hoy difícilmente cualquier otro país puede competir.
No fue casualidad. Kyle Chan, investigador posdoctoral de la Universidad de Princeton, explica que China hizo un esfuerzo muy deliberado para atraer y utilizar empresas como Apple para mejorar toda su economía.
“Nunca fue tan sencillo como decir: ‘Vale, vengan a fabricar aquí y se hacen ricos y todos quedamos contentos’. No. En realidad, es como: ‘Tienen que contribuir algo al desarrollo de China'”.
“Y no solo Apple, sino también Volkswagen, Bosch, Intel, SK Hynix y Samsung”, dice Chan.
Los expertos coinciden en que el centro de gravedad de la industria de la tecnología se ha ido desplazando.
Los días en que Estados Unidos era prácticamente el único país con la capacidad de producir tecnología capaz de cambiar la historia de la humanidad terminaron, y lo que hay ahora es una feroz competencia en todos los sectores.
“Ya no se trata de una carrera de un solo caballo”, le dice a BBC Mundo Han Shen Lin, director para China de la consultora estadounidense The Asia Group.
En esa línea, el profesor Chan explica que, con el tiempo, los proveedores extranjeros que hacían parte de la cadena de producción del iPhone y otros dispositivos de Apple empezaron a ser sustituidos por proveedores chinos.
“Empezando por lo básico, como las partes de cristal —los lentes, las pantallas—, luego pasando por los módulos de la cámara y, finalmente, los chips mismos”.
Según un análisis de 2024 hecho por el periódico japonés Nikkei Asia, 87% de los proveedores de Apple tienen plantas de producción en China, y más de la mitad tienen su sede principal en China o Hong Kong.
Aunque Apple ha tratado de diversificar los países donde se fabrican los insumos para sus dispositivos, sigue dependiendo ampliamente de fabricantes chinos y, además, de trabajadores chinos que cobran entre US$1 y US$2 la hora.
McGee se atreve a afirmar que, si quisiera, el gobierno chino podría detener la producción de Apple de la noche a la mañana.